VICENTE CALDERON

EL MADRID LLEGÓ A CARDIFF by Pablo Garcia

EL MADRID EN CARDIFF

 

El Vicente Calderón no se apagaba. Al Atlético sólo le quedaba ya el rescoldo cálido del cántico de sus aficionados, las gargantas que nunca se extinguen, ni en las peores circunstancias. Pongamos que hablo del Real Madrid celebrando el pase a la final de la Champions, donde le espera la Juventus el próximo 3 de junio, en el último partido europeo en la historia del estadio rojiblanco. Pero la hinchada del Atleti, impresionante como toda la vida, derrochaba paciencia, conformismo y aplausos a sus jugadores tratando de resistir la pesadilla que se repite año tras año desde 2014. Seguían cantando como si nada aunque lo del Atleti parezca ya el trauma del fantasma que aparece por las noches vestido de blanco y de un reloj que no marca las horas porque se paró en el minuto 93.

Por supuesto, en ese torneo paralelo tan atractivo que se había montado en los días previos, como si el enemigo del bando rojiblanco fuera el infiel, el Atlético llevaría unas cuantas Champions de las hinchadas, sería campeón del sentimiento, de la humildad y de la fe. Eran, en absoluta exclusividad, sus grandes patrimonios, su santísima trinidad en torno al profeta Simeone y la búsqueda de la tierra prometida, Cardiff. El campeonato de la realidad, el del propio fútbol, puso en su sitio terrenal al entrenador argentino, de nuevo incapaz de superar al menos una vez al Madrid en Europa. Sólo le pudo meter un susto. Lo que se juega en el verde, lo que tiene que ver con la pelota, coronó de nuevo a su gran rival, que también sabe sufrir, como se comprobó durante el partido, y competir, tiene su corazoncito y sus sentimientos, como lo tienen sus gentes. Esto, digamos, lo entiende todo el mundo. 

El Atlético se llevó la victoria en la despedida continental al Calderón y el Madrid la gloria. Sólo estuvo vivo ayer durante 25 minutos, 25 de los 180 de la eliminatoria, tras un inicio atronador. Había sido superado en todo momento en el Bernabéu, donde fue barrido aunque las lecturas posteriores se taparon con una pancarta ciertamente errónea, y peleó la remontada, pero sólo por un rato. Enredado en tantos tuits y mensajes apocalípticos en aras de una movilización que salía gratis porque su hinchada no necesita arengas, amparado en una atmósfera favorable de intangibles para barnizar el partido de emoción, no presentó demasiados argumentos futbolísticos, salvo el empuje y la efectividad inicial a balón parado.

El Atlético apostó por la épica y el coraje, algo lógico a la desesperada (muchas veces lo hizo el Madrid), por el fútbol directo, por una insistencia encomiable y heroica, pero ofreció poco más en una hoguera de ilusión y frustración donde terminó consumido víctima de su escasa vocación para las goleadas, de su falta de frescura, de haber chocado de nuevo con el Madrid, su particular hombre del saco, un equipo superior, detalle útil: le sirve de coartada en su faceta menos autocrítica.

El Atleti, que lo intentó todo ayer y sólo se llevó el honor de la victoria, había perdido Cardiff en el Bernabéu. Todo lo demás fueron fuegos de artificio, un tinglado efectista, y lógico en su situación, donde se habían mezclado osadía y victimismo, valentía y lecciones de moralidad.

El Madrid, descolocado en el inicio, fue a lo suyo. Resistió y quizá pudo obtener mejor resultado en el segundo tiempo. Se colocó a un triunfo de la Duodécima. Histórico. Con Zidane, que también existe aunque parece que lo haga todo sin mérito (como la volea de la Novena), ha alcanzado un punto de madurez competitiva extraordinario que le lleva a soñar con cotas que no se recordaban. A un partido de encadenar su segunda Champions consecutiva, lo que nadie hizo en la época moderna, y a tres de conquistar la Liga cinco años después, parece haber recuperado su estilo de siempre: ganar. Ajeno a la pirotecnia de las redes sociales, con un discurso prudente, presentó sus valores en el Calderón con humildad y respeto al rival, un equipo formidable, y al infernal escenario. No se quemó. Y para despedir al Calderón dejó su bandera blanca en el césped.

Sufrió, como era de esperar. El Atlético tuvo un inicio a la altura del despliegue de su hinchada. La fabricación de un imposible requería un arranque así. El equipo de Simeone había echado mano de todo el manual de las remontadas para someter al Madrid, impresionado por el ambiente y por el empuje rojiblanco. Keylor ya tuvo que intervenir en el minuto 4 a un remate de Koke. La réplica de Oblak tras un cabezazo de Casemiro (en una jugada donde hubo penalti a Ramos) pareció presagiar un intercambio de golpes. El Atlético dio dos. Uno de Saúl tras un cabezazo imponente en un córner muy bien sacado por Koke. Después Griezmann, de penalti muy mal tirado tras resbalarse.

Era un escenario idílico para el Atlético. Dos goles en 16 minutos, a balón parado, como en los viejos tiempos de la Liga. El Madrid, que nunca se imaginó en un escenario semejante, tuvo la virtud de no titubear. Le ayudó el repliegue rojiblanco. Simeone ordenó al equipo echarse para atrás y otorgó el control del juego a su rival. Fue una postura inteligente a un gol de igualar la eliminatoria y pensando en proteger su portería. Pecó de conservador. Quizá no aprovechó el momento de desequilibrio anímico del Madrid. Gracias a Modric e Isco, el Madrid encontró primero la pelota y un poco más tarde el área rival. Dejó de padecer. Y apareció el genio de la lámpara en una genialidad de Benzema, tan imprevisible como siempre. La jugada recordó a la de Redondo en Old Trafford, pero sin taconazo. Dejó atrás a tres rivales sobre la línea de fondo, pasó la pelota a Kroos y el paradón de Oblak acabó en las botas de Isco, que la mandó a la red. Fue justo antes del descanso. El regate de Benzema quedará para siempre en el almanaque de jugadas célebres del madridismo. Fin de la historia.

Como siempre en los últimos 61 partidos, el Madrid había marcado su gol. El Atlético se encontró de pronto con un segundo desafío, otro muro de tres goles. El segundo tiempo fue plácido para el equipo blanco, que administró su renta y sólo se inquietó con la salida de Correa porque antes el Atlético, sin grandes ideas y sin Griezmann (al que no se le ha visto en la eliminatoria salvo en un par de carreras), no había atacado bien. Mientras comenzaba a pensar en Cardiff, el Madrid recuperó a su portero, a Keylor, providencial en los últimos coletazos del Atleti, con todo decidido ya. Y comenzó a soñar, que también lo hace, con mucho orgullo, sintiéndose distinto a todos. Diferente al Atlético, por supuesto. Único. 

 

Texto Jesus Sonchez

Fotos Pablo García

Madrid

Mayo 2017.

 

THE MADRID IN CARDIFF

 

The Vicente Calderón did not go out. Athletic only had left the warm glow of the song of his fans, the gorges that never die out, nor in the worst circumstances. Let's say I speak about Real Madrid celebrating the pass to the Champions League final where Juventus are waiting for next June 3, in the last European match in the history of the rojiblanco stadium. But Atleti's fans, as impressive as their whole lives, lavished patience, conformism and applause to their players trying to resist the nightmare that is repeated year after year since 2014. They continued singing as though nothing of Atleti seems like the trauma of the ghost That appears at night dressed in white and a clock that does not mark the hours because it stopped in the 93rd minute.

Of course, in that match so attractive parallel that had been mounted in the previous days, as if the enemy of the rojiblanco side was the infidel, Atletico would take a few Champions of the fans, would be champion of feeling, humility and faith. They were, in absolute exclusivity, their great heritages, their most holy trinity around the prophet Simeone and the search for the promised land, Cardiff. The championship of reality, the one of the own soccer, put in its terrestrial site to the Argentine trainer, again incapable to surpass at least once to Madrid in Europe. He could only scare her. What is played in the green, what has to do with the ball, crowned again his great rival, who also knows how to suffer, as proved during the game, and compete, has his heart and his feelings, as they have Its people. This, let's say, everyone understands.

Atletico took the victory in the continental farewell to Calderón and Madrid glory. He was only alive yesterday for 25 minutes, 25 of the 180 of the tie, after a thunderous start. It had been surpassed at all times in the Bernabéu, where it was swept although later readings were covered with a banner certainly erroneous, and fought the comeback, but only for a while. Entangled in so many tweets and apocalyptic messages for the sake of a mobilization that was free because his fan does not need harangues, protected in a favorable atmosphere of intangibles to varnish the game of emotion, did not present too many football arguments, except the initial push and effectiveness to stopped ball.

Atletico bet on the epic and the courage, something logical to the desperate (many times it did the Madrid), by the direct soccer, by a commendable and heroic insistence, but offered little more in a bonfire of illusion and frustration where it finished consumed Victim of his lack of vocation for the rout, his lack of freshness, of having once again hit Madrid, his particular man in the sack, a superior team, useful detail: it serves as an alibi in his less self-critical facet.

The Atleti, who tried everything yesterday and only took the honor of victory, had lost Cardiff at the Bernabeu. Everything else was fireworks, a racist, and logical situation, where they had mixed daring and victimhood, courage and lessons of morality.

Madrid, discolored in the beginning, went to theirs. He resisted and maybe he could get a better result in the second half. It was placed to a triumph of the Twelfth. Historical. With Zidane, who also exists although he seems to do everything without merit (like the Novena volley), he has reached a point of extraordinary competitive maturity that leads him to dream of dimensions that were not remembered. To a match to chain his second consecutive Champions, what no one did in modern times, and to three to conquer the League five years later, seems to have recovered its style of always: to win. Unaware of the pyrotechnics of social networks, with a prudent discourse, he presented his values n the Calderón with humility and respect to the rival, a formidable team, and the hellish scenario. It did not burn. And to dismiss the Calderon left his white flag on the lawn.

He suffered, as expected. Atletico had a start to the height of the display of their fans. Making an impossible required such a boot. The team of Simeone had used the whole manual of the comebacks to submit to Madrid, impressed by the atmosphere and the rojiblanco push. Keylor already had to intervene in the minute 4 to a shot of Koke. Oblak's reply after a header from Casemiro (in a play where Ramos penalty) appeared to presage an exchange of blows. Atletico gave two. One of Saúl after an imposing header in a corner well taken out by Koke.After Griezmann, penalty shot very poorly after slipping.

It was an idyllic setting for Atletico. Two goals in 16 minutes, standing still, as in the old days of the League. The Madrid, who never imagined in such a scenario, had the virtue of not hesitating. The rojiblanco fold helped him. Simeone ordered the team to back down and gave the game control to its rival. It was a clever stance to a goal to equalize the tie and thinking of protecting his goal. He was a conservative. Maybe he did not take advantage of Madrid's moment of mental imbalance. Thanks to Modric and Isco, Madrid first found the ball and a little later the area rival. He stopped suffering. And the genius of the lamp appeared in a genius of Benzema, as unpredictable as ever. The play remembered Redondo's at Old Trafford, but no heel. He left behind three rivals on the bottom line, passed the ball to Kroos and the obliterate stop Oblak ended up in the boots of Isco, who sent it to the net. It was just before the break. The dribble of Benzema will remain forever in the almanac of famous plays of Real Madrid. End of story.

As always in the last 61 games, Madrid had scored its goal. Atletico found themselves with a second challenge, another wall of three goals. The second half was placid for the white team, who managed their income and only worried about the departure of Correa because before Atlético, without great ideas and without Griezmann (who has not been seen in the tie except in a pair of Racing), had not attacked well. While beginning to think about Cardiff, the Madrid recovered its goalkeeper, Keylor, providential in the last moments of the Atleti, yet decided. And he began to dream, which he also does, with much pride, feeling different from all. Unlike Atletico, of course. Only.